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    CÓMO CONSTRUIR CON IMPACTO CERO

    21 de Diciembre 2020

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    Al descubrimiento de la bioconstrucción

    El mundo es nuestra casa, por eso tenemos que intentar entrar en él de puntillas y cuidarlo mucho. En este artículo queremos hablarte de las técnicas de construcción sostenibles, atentas al ecosistema y a la sostenibilidad. ¿Has oído hablar alguna vez de la bioconstrucción?

     

    El término “bioconstrucción” nace en Alemania en los años ‘70 y se refiere a una manera de diseñar y construir edificios para que sean compatibles con el territorio. Se conoce también como arquitectura sostenible, green building o bioarquitectura, se desarrolló en Italia a partir de los años ‘90 gracias a Ugo Sasso, arquitecto de renombre internacional que fundó el Instituto Nacional de Bioarquitectura en Bolzano.

    ¿En qué se basa la bioconstrucción? Te lo voy a explicar ahora mismo. Antes de todo, sigue diferentes puntos centrales: el primero es la aceptación de la llamada carrying capacity del planeta, o sea la capacidad de carga del ambiente. Desafortunadamente, como sabemos bien, los recursos no son infinitas, ¡lo contrario! Ya en 1798, el economista inglés Thomas Malthus hizo notar que el aumento progresivo de la población y las disponibilidades de alimentos crecían inversamente.

    No por casualidad, la bioconstrucción encaja con las teorías de Herman Daly, el padre de las teorías de la sostenibilidad. Según él, el utilizo de los recursos renovables no tiene que sobrepasar el índice de regeneración, que la inmisión de sustancias contaminantes en el ambiente no tiene que sobrepasar la capacidad de metabolizarlas y que el utilizo de fuentes no renovables tiene que reducirse progresivamente hasta parar. ¡Hablamos otra vez de sostenibilidad!

    Ahora es probable que te estés preguntando qué significa construir un edificio sostenible. El objetivo de la sostenibilidad es que las generaciones futuras puedan heredar la misma cantidad de recursos energéticos actuales. En el caso de la construcción, la estructura habitacional tiene que conjugar la sostenibilidad con la comodidad y el bienestar del individuo; de hecho, el edificio tiene que formar parte del contexto exterior, ser parte integrante de él, entendiendo los elementos naturales (tierra, sol, viento, agua) como elementos indispensables por el éxito del proyecto.

    La evaluación de un edificio se basa en un eco-balance: este término hace referencia al estudio de sus impactos ambientales en el tiempo y en el espacio. Para reducir al mínimo la emisión de dióxido de carbono, se utilizan fuentes renovables, como por ejemplo la biomasa, la energía eléctrica producida por los paneles fotovoltaicos y/o por las turbinas eólicas.

     

    Otro aspecto fundamental es la elección de los materiales. Entre los más utilizados hay la madera procedente de los bosques certificados (o sea, que tienen este preciso propósito y renovados continuamente con nuevas plantas), el vidrio celular, las fibras de cáñamo, de coco y de yute. Gracias a sus propiedades, estos materiales permiten registrar un ahorro considerable en las facturas de la luz y de la calefacción. 

    En términos de diseño, el planteamiento tendría que ser lo más minimalista posible. ¿Eso qué significa? 

    Tendríamos que evitar consumos inútiles de tierra y accesorios no indispensables, que puedan influir en la explotación de los recursos. Se tiene que pensar bien en todos los elementos, elegir los materiales en virtud de un eco-balance y según el principio de la cadena corta, o sea privilegiando los que proceden de los territorios más o menos contiguos al lugar de la construcción. Además, es imprescindible el concepto de reuso, a partir del agua de lluvia hasta llegar a una segunda vida del edificio: por eso, la bioarquitectura privilegia el método del montaje en seco, que permite que los varios materiales se puedan sencillamente desmontar y volver a montar, o sea reciclar. Una instalación de vida que responde a estos criterios se define “casa pasiva” porque es energéticamente autosuficiente.

    Pero, ¿cómo hemos llegado a la bioconstrucción? 

    Pues, podemos decir que desde los albores del tiempo, el hombre siempre ha intentado dar forma al ambiente según sus necesidades; por eso, podemos hablar de algo parecido a una arquitectura ante litteram, caracterizada en los albores por una forma puramente artesanal. Con el tiempo, el hombre ha perdido esta manera de acercarse a una arquitectura cada vez más tecnológica. Utilizando mucho los combustibles fósiles (petróleo, carbón, betunes…) se ha producido una fractura con el ambiente, con lo años ha ido empeorando. En los años ‘70, cuando el problema de la protección del ambiente no se podía pasar por alto, han empezado a difundirse las primeras ideas ecologistas.  

    Hoy en día, la sostenibilidad y la protección del ambiente se han convertido en aspectos clave para todos nosotros.  Estos aspectos han llegado a hacer parte de los programas escolares y representan uno de los pilares de cualquier agenda política. En este escenario, la bioconstrucción se ha convertido en un aliado fundamental para responder proactivamente al problema del impacto ambiental. Las familias que eligen soluciones de este tipo son cada vez más.  

    Las mayores manifestaciones mundiales se han adaptado también a los criterios de la bioconstrucción. Para que te hagas una idea, en París, para las Olimpiadas 2024, las nuevas construcciones tendrán que realizarse en madera, de la cual el 50% procedente de Francia y lo que queda de Europa. Nos lo comunica el Ministerio de la Agricultura francés, explicando que se utilizarán como aislantes materiales como cáñamo y lino. Y esto no es todo: el nuevo Juventus Stadium ha sido construido con los materiales procedentes del viejo estadio, oportunamente reciclados y reutilizados. 

    ¿Qué podemos esperar en los próximos años?

    Esto se convertirá en lo normal en las ciudades del futuro?

    Nosotros lo esperamos, ¿y tú? 

     

     

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